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sábado, 12 de octubre de 2013

Enamorada de mi mejor amiga.

Jane era una joven de 19 años, rebelde y con un estilo de vida agitado que muy pocos se atreven a llevar. Siempre fue amante de ir en contra de las reglas y de los estereotipos, para ella apegarse a una rutina era lo ultimo que quería hacer en la vida, y por eso escapo de casa de sus padres teniendo apenas 17 años.
No fue fácil para ella comenzar desde cero, viviendo en el piso de un amigo, ella termino sus estudios e ingreso a la universidad comunal para estudiar informática, pero su verdadero sueño era ser una rock star (Si, la señorita “odio los estereotipos” era el peor de ellos). Ganaba algo de dinero junto a su banda tocando en matrimonios y clubes nocturnos,.
Pero su vida, era un completo caos.

-JANE MARIE! DESPIERTA!...-una voz femenina estruendosa resonó en sus oídos despertándola de su letargo profundo, lo cual seguramente le causaría a la muchacha un fuerte dolor de cabeza, y cuando la rubia decidio levantar la vista encontró frente a si a Maddison, con los brazos en jarra y una mirada de enojo.

-¿Qué ocurre Maddy?...-pregunto, frotando sus ojos y desperezándose, sin notar que aun seguía en el aula de clase, a lo cual a Maddison le temblo una ceja, el enojo era visible, casi tanto que podía palparse con las manos.

-¿Me estas bromeando verdad? –solto un bufido enojada, pero luego se calmo, sentándose al lado de Jane y mirándole con preocupación- Jane, tu atención esta faltando en clase. ¿Qué ocurre, nena?.  –Maddison se inclino para tomar la mano de Jane y acercarla a su pecho, sujetándola casi con adoracion.

Desde hacia un par de semanas, ambas estaban sintiendo entre las dos una especie de nueva energía que no sabían describir. Cada minimo roce causaba temblores, rubores, escalofríos, por resumir, y aunque Jane desconocia aun el motivo, Maddison ya había aceptado en su totalidad su enamoramiento por su mejor amiga.

-Maddy, solo estoy teniendo demasiados toques en el club…Es todo…-Dijo, bajando el rostro ya pretando sus dedos en torno a la mano de Maddison, casi inconsciente, le gustaba sentir el calor que emanaba de la castaña.

Por su parte, Maddison, cada dia parecía mas preocupada por la rubia: no contaba con algún familiar a quien pedir ayuda, la universidad estaba agobiándola además de su incesante búsqueda de la fama…Temia perder a Jane a causa de algún vicio o que esta simplemente decidiera abandonar la carrera, es por eso que  se había convertido en su sombra.

-En dos días tendremos un examen importante, espero que te quedes estudiando y no vayas a ir a ningún club…-sentencio separándose de Jane, como si el roce con esta le quemara. Maddison había empezado a perder la paciencia y la esperanza en ser correspondida, ahora debía ella buscar la forma de poder olvidar y superarla.

Jane decidio ignorar el consejo de su mejor amiga, haciendo lo posible por mentenerse despierta en el resto del dia para poder tomar apuntes de sus clases ignorando lo mejor que podía las miradas intensas de la castaña a su lado, le hacían sentir incomoda y con cierto cosquilleo en la parte baja del vientre. Quizas estaba pasando por una etapa de hormonas de la cual nadie le advirtió, quizás solo era “molestia” por el constante asedio de su mejor amiga en querer actuar como su madre, cuidando de sus acciones…quería pensar lo que fuera menos el hecho que estaba enamorada.

Aquella noche Jane hizo casi omiso a Maddison. Estaba encima del escenario, con unos jeans rotos y desteñidos enfundados en unas botas de cuero marron, tenia una camiseta sin mangas color negro, su cabello rubio se encontraba suelto, alborotado y algunos cabellos se pegaban a su rostro cubierto en sudor. Ella se sentía en la cima del mundo cuando tomaba su guitarra e iniciaba con los solos de cada canción; sus ojos pintados con sombras oscuras siempre vagaban alrededor del publico para ver las miradas de asombro de quienes le oian, pero esa noche ella se encontró con una mirada castaña que le perturbo.

Maddison estaba de pie en medio del publico, con sus brazos cruzados sobre el pecho y una gran decepcion en sus ojos, parecía que había perdido completamente la fe y el respeto por Jane, pero además…se veía muy bonita. Penso para si misma Jane; Esa noche Maddison tenia un lindo vestido casual color blanco, que se ajustaba peligrosamente en su cintura y que llegaba hasta medio muslo, cabe destacar que entre ella y Jane, Maddy siempre había tenido una rutina muy estricta de ejercicios de ballet.
En cuanto acabo la canción, Jane se arrojo por las escaleras para poder alcanzar a su amiga, quien ya había partido por la puerta trasera del local. Para cuando Jane fue capaz de tomar su muñeca y voltearla para ver sus ojos, encontró ese par de iris color café cristalizados en lagrimas de profunda tristeza.

-¿M-maddy?...-si, no fue exactamente muy ingeniosa.

-Crei que me harias caso…-gimoteo Maddison, soltándose del agarre de Jane.

-¿Y que carajos importa? Maddy, necesito dinero para poder estudiar…-Jane se cruzo de brazos, con una actitud muy hostil.

-Si no apruebas tus materias ni todo el dinero del mundo te dara una carrera.

-¿Y tu quien te crees? –escupio con ira Jane- ¿Acaso crees que eres mi madre?

-N-no soy tu madre…y tampoco quiero ser tu amiga…-Maddison bajo la mirada mientras se abrazaba a si misma, sollozando.

-¿Q-que dijiste?...-Ahora Jane si había metido la pata, perdería a su mejor amiga, y quizás incluso su carrera.

-No quiero ser tu amiga Jane…-Maddison levanto la mirada y con determinación camino hasta Jane, tomándola del mentón y en un rápido movimiento le beso antes que la rubia pudiera siquiera replicar-…Quiero ser mas que eso…



Maddison suspiro, estaba sentada en el porche de su casa de vacaciones, con una taza de te en las manos (que ya se había enfriado) y el teléfono celular en la otra; estaba esperando alguna respuesta de Jane a su mensaje de disculpa, sabia que había metido la pata al tratar de aprovechar el error de Amelia en su propio beneficio…tenia casi dos horas esperando que la rubia le contestara y cada celula de su cuerpo le decía que no recibiría absolutamente nada mas que silencio.

Cuando se levanto, dispuesta a retirarse dentro de su morada, el sonido de unas llantas rechinando a causa de un freno muy mal tomado, le hizo voltearse. Una camioneta blanca hizo aparicion en la entrada a su residencia y la puerta se abrio con premura....

Una uña, un dedo, una muñeca, un brazo y luego de toda extension de cuerpo que le señalaba, unos ojos castaños relampagueantes con odio puro.

-¡Tu! -Grito Amelia. Aquella no seria una tarde placentera.

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