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miércoles, 26 de junio de 2013

Recuentos, Recuentos...

¿Alguna vez les ha pasado que se les acumulan un montón de cosas por hacer, les caen repentinamente obligaciones o sencillamente su vida se complica de tal forma que ya no tienen el tiempo suficiente para sentarse frente a una pantalla a prestarle atención al mundo?. Bueno, a veces eso a Mi Señora y a mi nos ocurre de tal forma que podemos pasar largos días sin poder conectarnos de nuevo con el mundo exterior y las personas se hacen suposiciones del porque e nuestra larga ausencia.

Recientemente Mi Señora tuvo que ausentarse de una pagina en la cual ambas estamos registradas (FetLife) y por lo tanto cerro Su cuenta por unos días y algunas personas empezaron a escribirme mortificadas por Su ausencia y preocupados de que fuera algo permanente; para esas personas Mi Señora me pidió que escribiera en el blog que: ha ocurrido por una serie de problemas personales y obligaciones, y que por lo tanto se debió ausentar para enfocar su tiempo en solucionar algunas cosas, como he dicho anteriormente en otras publicaciones, Mi Señora y yo estamos organizando un evento en nuestra ciudad, ademas de que en la vida de todas las personas siempre salen cosas pendientes....Pero Sus ausencias (a menos que sean por motivos fuertes) no son permanentes. 

Por los momentos he traído aquí otro capitulo de nuestra historia. 


Capitulo I. Iniciando una vida.




Largos días habían pasado para la joven Marie, días en los que apenas y se molestaba en tener contacto humano cosa la cual se estaba convirtiendo en una conducta preocupante y muy dañina para sí misma, pero pocas de las personas que ella tiempo atrás había considerado sus amigos, se mantenían aun preocupados por ella, muchos sencillamente habían preferido dejarla en su charco y su renta telefónica se mantenía intacta debido a la falta de interés de comunicarse con absolutamente nadie, ella bien pudo haber escrito un discurso para la ONU en textos de 140 caracteres, pero nadie con quien gastarlos

Entrando a su cuarto con la pesadez que ya la caracterizaba, arrojo las llaves sobre la peinadora sin importarle que la madera de esta pudiera haberse rayado, dejo su chaqueta gruesa sobre su cama, no teniendo absolutamente ningunas ganas de ser ordenada ese día y terminando su ritual, se dejo caer como un peso muerto sobre la silla frente a su laptop, incluso aunque ella sabía que no tenía mucho que hacer navegando en internet, excepto ver lastimeramente si su ex prometida se encontraba conectada y le volvía a ignorar como todas y cada una de las noches, incluso aunque ella sabía que sería la última persona en el mundo con quien su ex querría hablar, pero mantenía juveniles esperanzas que se arrepintiese de su decisión y quisiera volver a su lado.

Apenas entrando al Messenger lo primero que se percato es la cantidad de personas, los cuales ella llamaba “idiotas con internet” con sus mensajes de autoayuda colocados allí para que todos los vean y algunos quieran matarlos, entre los cuales el que ella mas odiaba era “Dios sabe lo que hace”,  girando los ojos con desdén ella se preguntaba si no se cansaban del fanatismo religioso, si no se daban cuenta que no existía un Dios que hiciera o deshiciera todo por ellos.

Gruñendo como un perro enojado estaba ya dispuesta a apagar la laptop y tirarse boca abajo en la cama y esperar que en algún punto Morfeo se la llevara a un mundo donde aun permaneciera al lado de la persona que ella amaba, o que se asfixiara con la almohada, según ella, prefería por creces la segunda opción; cuando de pronto vio que una persona se conectada un segundo antes que pudiera cerrar su sesión, la chica que tenía como pseudónimo “Rikaly”  que días atrás había agregado  y que la vez pasada no había tenido la oportunidad de conocer realmente, asi que quizás esta vez si tuviera algo de suerte.



-Hola Rikaly…-Escribió algo pesadamente, quizás un poco serio o muy distante, pero fue lo mejor que pudo salir de ella en esos momentos.

-Hola! –La chica parecía emanar de forma muy extraña, energía rejuvenecedora a través de sus escasas palabras, porque Marie se sintió un poco mejor al darse cuenta que esa noche, tendría con quien hablar-…disculpa ¿de donde te conozco?- La chica pregunto, obviamente algo desconfiada o seguramente no solía agregar en vano personas a su Messsenger.

-respondiste a un tema que abrí hace tiempo, en un foro Yuri…-penso detenidamente si admitir cual era su pseudónimo en la pagina, ya que usualmente no era de las que agregaba a nadie de las paginas a las que frecuentaba -…Yamato-san.

-Cierto! Es un placer Yamato-san, somos del mismo país, ¿verdad? –Se sintió un tanto feliz que la recordara, y que justamente también recordara que vivían dentro el mismo país pero en estados diferentes.

Entre ambas la conversación empezó a fluir de forma muy grata y amena, cosa de la cual Marie se había desacostumbrado ya que normalmente cuando hablaba con alguien o bien era para desahogarse o para preguntarle a las personas por su ex pareja; la chica se mantenía interesada en saber cosas sobre Marie, que edad tenia, de donde era, que estudiaba y cosas así, pero luego de un buen rato la joven activo el detonante emocional para las heridas de Marie al momento en que dije “Háblame de ti”, lo cual era algo que dejaba pase libre para que pudiera salir todos sus sentimientos a flote, así que se limito a contestar que en su vida las historias eran demasiado largas, con esperanzas de zanjar el tema, pero la joven al parecer no le preocupaba gastar su tiempo en una extraña así que insistió.

Tomando aire, como si estuviese preparándose para iniciar un largo discurso, empezó a narrar las cosas que le habían acontecido en su vida desde los pasados 6 meses e incluso desde su infancia, utilizando a la joven como una vasija para su dolor con la esperanza que este se alejara para siempre de ella, y con cada palabra sentía que los dedos caían con mayor pesadez sobre las teclas, y no le importo contarle todo a la joven, ya que seguramente al finalizar la conversación se eliminarían mutuamente y no volviese a hablarse, pero a todas estas las lagrimas caían incontables por los ojos de Marie sin oportunidad de detenerlas

Respiro hondamente en el momento en que termino su larga narración de los hechos, dejando caer hacia atrás su cabeza y llevándose las manos a la cara para ahogar los gimoteos dolorosos, su ropa estaba bañada con gotitas de lagrimas por los hombros y pecho y todo su cuerpo temblaba como gelatina, ella sabía que cada vez que hablaba con alguien sobre el tema, se desquebrajaba en pedazos muy pequeños.

Ahora era la chica la que había comenzado a hablar, y Marie ya se esperaba la estupideces que sus amigos le decían como si fueran mensajes pregrabados para animarla, esa clase de comentarios que parecen salidos de un libro barato de autoayuda, o aquellas personas que trataban de comparar sus relaciones fallidas con la suya, relaciones de 3 o 4 meses contra una larga de 3 años.

Pero no fue así, la chica detrás de la pantalla comenzó a narrar de igual forma su vida, y a través de las palabras que Marie leyó esa noche, pudo sentir el dolor de la otra joven como si fuera el suyo propio, como si la tuviese a su lado contándole todo, o como si compartiese parte de su alma con alguien que apenas esa noche estaba conociendo, y sintió unas inmensas ganas de atravesar la pantalla, tomar la mano de la chica y decirle “no te preocupes, estamos juntas en esto”, esa chica también la había pasado muy mal, y  Marie cayó en cuenta que no era la única con problemas en el mundo.

A partir de esa noche, y de esa conversación, Marie decidió por si misma llamar a la chica “nena pequeña” (en medio de la conversación, y quizás para darle ánimos a la otra joven, Marie le había insistido que las nenas pequeñas siempre encontrarían a sus chicas grandes para que las cuidaran y las quisieran y que fuera todo cuanto ella merecía de una persona), quizás sintiéndose algo extrañada de haberle tomado aprecio de forma tan abrupta a alguien que apenas conocía.


Llego el momento en que debían despedirse, ya era algo tarde y su momento de compañerismo había llegado a su fin, pero entonces algo que tomo por sorpresa y dejo paralizada a Marie ocurrió: la nena pequeña le había pedido su número telefónico para escribirse con ella al día siguiente, y lo normal para ella hubiese sido huir de ese momento, no le gustaba dar su número telefónico a extraños de esa forma y mucho menos el de guardar el de otros, pero algo en su subconsciente la convenció y sus manos como por si solas comenzaron a guardar animadas….esa noche ambas se despidieron con la promesa de escribirse al día siguiente, y al siguiente…y al siguiente.

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